14 de abril de 2008

La herida se sana, pero la cicatrìz permanece...


Màs allà de la lucha de ideales y retòrica,existe la dura realidad de que las mujeres sufren mental y emocionalmente la agonìa del aborto. En algunos casos, pasan varios años antes de que la mujer experimente una profunda reacciòn. El Dr. James Fogel, psiquieatra y obstetra, asì como abortista, reconoce el efecto que tiene el aborto en la madre:

"El aborto es un tema apasionado...Toda mujer- no importa su edad, situaciòn o sexualidad- sufre un trauma cuando destruye un embarazo. Algo de su benignidad queda afectado. Eso parte de su propia vida. Destruye un embarazo, se destruye a sì misma. Es posible que esto sea inocuo. No viene al caso si una personalmente piensa o no que ahì existe una vida. Es imposible negar que algo se està creando y que esa creaciòn està teniendo lugar fìsicamente...Por lo tanto, el aborto no es un hecho tan inocuo y casual como muchos de los pro-abortistas insisten que es. Se paga un precio psicològico. Puede ocacionar la enajenaciòn mental, o el distanciarse de todo calor humano, o quizàs un endurecimiento del instinto maternal. Cuando una mujer desruye un embarazo, algo sucede en lo màs recòndito de su conciencia. Como psiquiatra sè que es asì."


Linda Bird Francke, una periodista profecional y feminista, describe còmo, al encontrarse ante un embarazo inesperado, la decisiòn de abortar parecìa lògica y pràctica hasta que ella y su esposo estaban esperando su turno en la clìnica:

"De repente, la retòrica del aborto, las marchas pro-aborto en las que habìa participado, los telegramas enviados a Albany en contra de los amigos del feto, los botones de Cero Aumento de Poblaciòn que me habìa puesto, todos se me fueron al suelo, y me encontrè sola con mi bebè microscòpico..."

Francke se acuerda de còmo hizo el esfuerzo intelectual de concentrarse en cuàn pequeño era el feto y por lo tanto cuàn imposible que pudiera ser humano...su propio cuerpo le seguìa insistiendo que habìa una vida real creciendo dentro de ella. "Aunque era capàz de marchar hasta el agotamiento para defender el derecho de una mujer de decidir ser madre o no, descubrì que yo no era esa mujer moderna que creìa ser". Ansiaba que su marido abriese "violentamente" la puerta para detener lo que estaba sucediendo. Cuando eso no pasò, le suplicò al doctor que parara. Pero ya era tarde ..."la vibraciòn de la aspiradora señalaba que el procedimiento de evacuar mi ùtero ya se habìa completado, mi bebè habìa sido aspirado como cenizas al final de una fiesta". Francke ha revelado còmo, durante horas de descanso, cuando tenìa tiempo para reflexionar sobre la belleza de la naturaleza, experimentaba "visitas" de su bebè abortado. Su "pequeño fantasma" benigno venìa a ella y la saludaba con su manita. Y ella, entre làgrimas, le devolvìa el saludo queriendo asegurarle que siquiera fuera posible que retornara, ahora tendrìan para èl un lugar en sus vidas ocupadas.

Cinco años màs tarde Francke escribiò La ambivalencia del aborto, libro en el que incluyen las reacciònes a la experiencia del aborto de otras mujeres, parejas y hombres. Sus entrevistas concuerdan con los resultados obtenidos por otros investigadores. La mayorìa expresaron culpa, remordimiento y sentimientos negativos en relaciòn con sus abortos. La mayorìa se percatò de que en el aborto està envuelto un bebè.

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